Notas de una vecina oriental. De China con amor…

china con amorDe nuestra redacción– Descifrar algunos aspectos de la vida en China resulta, paradójicamente, un enigma…chino. Pero la post-modernidad del bello país de Oriente se  caracteriza por el cruce de códigos. En el celeste imperio, aunque lentamente, se asiste a un  proceso de transformación impulsada por la evolución que supone la vida de los occidentales.

La vieja tradición no ha perdido  partidarios por eso. Más aún,  existen precisas definiciones para determinadas situaciones que  parecen inamovibles, por lo menos en unos cuantos años.

En  China, por ejemplo, los ‘contactos’ están prohibidos antes del  matrimonio  y el adulterio es severamente castigado. Si bien no  hay relaciones antes de la boda,  después de ella no son menos  difíciles por la escasez de viviendas. Esto determina que bajo un  techo de no muy amplias dimensiones convivan varias generaciones.

“Noches de China, noches  duIces…», dice una vieja rima  francesa. La recorrida noctuma  por el parque Fuxing, el paseo  del pueblo en Shangä, muestra  a las parejas apiñadas frente a  las verjas para adquirir sus billetes de entrada. Los bancos en las  avenidas empedradas serán para los madrugadores Paraisos más  remisos que echarán los bosquecilios, los quioscos, las espesuras  y el enorne càped descubierto  a la “vista de el mundo”.  Lo que hubiese sido inadmisible  hace diez años, hoy es tolerado  en mérito a la escasez de espacio para las  expansiones amorosas.

“Al parque Fuxlng no solo  concurren prometidos, sino  que es frecuentado por matrimonios que no se ven durante  el día y que por la noche están  obligados a convivir bajo un  mismo techo con abuelos, padres y tíos. Aquí -señala un  guardia- pueden conversar, besarse y, los fines de semana,  pasar un día campestre”.

Severos censores exigieron, hace cinco años, que el Municipio  de Shangai contemplara la posibilidad de difundir edictos de moralidad por los cuales se trataba  de impedir el ingreso en los parques a parejas que no pudieran  presentar su certificado de matrimonio. Pero los adoradores de  Cupido se encargaron de «trampear» la disposición burocrática,  que les vedaba uno de los pocos  placeres prodigados para la naturaleza y alguna, vez regidos  también por la política de estado.

Aparte, hallar la “media naranja»  es un problema que engloba a  todas las capas sociales. El ideal  de la mujer china es el hombre  “fuerte y alto», además de «valiente, trabajador y decidido”,  exigencias que sumen en frecuentes depresiones a los jóvenes casaderos entre veinte y  veintidós años que saben, con  estadisticas a la mano, que no  hay en el mundo seres que reúnan todas las condiciones reclamadas y que el último de que  tuvieran memoria, “Superman”,  era de «papel» y fue casado por sus propios creadores

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