De un vecino memorioso. Alerta Antiaérea en Barracas

De nuestra redacción- Quizá resulte hoy un episodio  absurdo o desconectado de la realidad de aquellos días -que sin embargo se parece demasiado a la de estos tiempos- sobre todo porque la Segunda Guerra Mundial se desarrollaba muy lejos, en Europa, y aquí sólo resonaban sus ecos en los noticiosos radiales y en los títulos de los diarios. Sin embargo, la batalla del Río de la Plata, en 1939, que enfrentó al acorazado alemán “Graf Spee” con dos naves de guerra británicas nos hizo caer en la cuenta de que el mundo no  se dividía entre reprobos y elegidos sino que sus escenarios eran tas vastos como sus mares. Antes de que Argentina le declarara la guerra a Alemania, en 1944, se implantó el denominado Comando Antiaéreo de Alerta Pasiva consistente en el funcionamiento de un servicio de prevención que funcionaba por medio de un jefe de manzana que comunicaba a los vecinos las novedades diarias y verificaba que a determinada hora las bombillas eléctricas estuviesen apagadas, que se cubrieran las ventanas con géneros oscuros para evitar que filtrara la luz, que ningún vecino, salvo necesidad justificada, abandonara su casa y que todos, en suma, estuviesen alertas ante el menor indicio de bombardeo. Dicho jefe, que colaboraba “ad-honorem” bajo carga pública, era responsable de “cuatro cuadras”. No hubo bombardeos, pero todas las prevenciones estaban tomadas. A veces demostrando, como en este caso, que la historia adelanta.

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