De nuestra redacción- Proteger lo histórico , aseguran los urbanistas, pero los códigos de edificación -que no se manejan con el rigor invariable de los de la etica-no garantizan perdurabilidad para nada. Asi; las viejas edificaciones fueron cayendo bajo la piqueta o reciclados según la moda de sus tiempos. Responde a una concepción que no guarda relación con las escuelas predominantes en las respectivas épocas. Y haciendo sombra a la plaza, torres en busca del cielo. Excepciones a los códigos que transformaron las proximidades para hacer un colmenar de departamentos o, mejor dicho, “unidades funcionales «. Convendría -¡cuando no!-echar una mirada hacia Europa: desde hace siglos, hay pueblos enteros que conservan sus frentes invariables, sus callejuelas estrechas, sus balcones asomados a la calle. ¿Quién se arrimara a barrer con la historia en aras de un mal entendido progreso? Muchas cosas han desaparecido. Lo más cómico es el afán que tienen algunos empresarios de “reconstruir” ese pasado, treinta años después, erigiendo nuevas construcciones que guardan similitud con las que se han tirado abajo. Pero, lamentablemente, solo se trata de imitaciones…
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