El sol, ese amigo peligroso

   “Estas son reglas de oro que todos debiéramos observar”, asegura uno de los especialistas de la Escuela de Medicina de Nueva York al referirse a los cuidados de la piel, que se intensifican con la llegada de las estaciones de sol extremo y largas exposiciones a sus rayos.

   Las recomendaciones apuntan a que los baños de sol nunca superen los diez minutos, ya que es un lapso más que suficiente para que el metabolismo produzca transformaciones que permitan sintetizar el calcio, producir vitamina D (de crecimiento), fortalecer la piel y estimular el sistema digestivo. Los días nublados, la exposición debe insumir igual tiempo, pues los rayos solares atraviesan las nubes y depositan en nuestro cuerpo los beneficios de sus radiaciones ultravioletas A y B.

   Los estudiosos han comprobado que tomar sol luego de un baño de mar es desaconsejable porque el astro rey evapora el agua y deja sobre la piel los sedimentos de la sal. Cada granito de sodio actúa como una poderosa lente de aumento que genera mayor potencia en los rayos solares que absorbe el cuerpo, siendo muchas veces causante de quemaduras de importancia.

   Luego de una placentera rutina marina conviene dedicarle a la piel un tiempo extra para su limpieza: a la mañana y a la noche bastará con utilizar un jabón o crema limpiadora (no alcalinos) con ph regular para liberar los poros mediante una prolija limpieza. Por la mañana, al comenzar el día, convendrá complementar con una buena pantalla para hidratar la epidermis, mientras que por la noche se utilizará un producto humectante. En todos los casos, especialmente en los comienzos de estación, conviene efectuar una visita al dermátologo, especialmente si se observan inflamaciones, si hay comezón o se detectan granos rosados, quistes o acné generalizado, pues el médico recurrirá a su vasto conocimiento para hallar la solución adecuada para cada caso en particular.

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El sol, ese amigo peligroso

   “Estas son reglas de oro que todos debiéramos observar”, asegura uno de los especialistas de la Escuela de Medicina de Nueva York al referirse a los cuidados de la piel, que se intensifican con la llegada de las estaciones de sol extremo y largas exposiciones a sus rayos.

   Las recomendaciones apuntan a que los baños de sol nunca superen los diez minutos, ya que es un lapso más que suficiente para que el metabolismo produzca transformaciones que permitan sintetizar el calcio, producir vitamina D (de crecimiento), fortalecer la piel y estimular el sistema digestivo. Los días nublados, la exposición debe insumir igual tiempo, pues los rayos solares atraviesan las nubes y depositan en nuestro cuerpo los beneficios de sus radiaciones ultravioletas A y B.

   Los estudiosos han comprobado que tomar sol luego de un baño de mar es desaconsejable porque el astro rey evapora el agua y deja sobre la piel los sedimentos de la sal. Cada granito de sodio actúa como una poderosa lente de aumento que genera mayor potencia en los rayos solares que absorbe el cuerpo, siendo muchas veces causante de quemaduras de importancia.

   Luego de una placentera rutina marina conviene dedicarle a la piel un tiempo extra para su limpieza: a la mañana y a la noche bastará con utilizar un jabón o crema limpiadora (no alcalinos) con ph regular para liberar los poros mediante una prolija limpieza. Por la mañana, al comenzar el día, convendrá complementar con una buena pantalla para hidratar la epidermis, mientras que por la noche se utilizará un producto humectante. En todos los casos, especialmente en los comienzos de estación, conviene efectuar una visita al dermátologo, especialmente si se observan inflamaciones, si hay comezón o se detectan granos rosados, quistes o acné generalizado, pues el médico recurrirá a su vasto conocimiento para hallar la solución adecuada para cada caso en particular.

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