La suciedad en las calles es uno de los problemas a solucionar que este año tendrá el Gobierno porteño. Y el camino elegido será el mismo que anunció hace tiempo pero que comenzó a cuentagotas: la separación en origen de los residuos y la colocación de contenedores verdes para los desechos reciclables. La intención de las autoridades porteñas es extender el sistema de separación a todos los barrios, con los receptáculos correspondientes, para antes de fin de año.
En la actualidad, sólo hay instaladas campanas verdes en Belgrano, Palermo, Caballito y Colegiales. Son menos de 700. Y en esos lugares, además, la división no funciona del todo bien: hay falta de concientización y vecinos que continúan arrojando bolsas en lugares indebidos. En esos barrios, los desechos orgánicos son levantados por las empresas recolectaras y sus camiones; para los reciclables, el Gobierno firmó convenio con cooperativas de cartoneros para que se encarguen del recorrido. Una vez que las campanas estén distribuidas por todas las comunas, los vecinos tendrán la obligación de separar en sus casas la basura. Una bolsa negra y otra verde. Así, todos los actores estarán involucrados en la solución.