La licenciada en psicopedagogía, María Zysman lidera la ONG «Libre de Bullying» llamó a involucrarse a los adultos, docentes o no, frente a la violencia escolar y el acoso que sufren cientos o miles de niños en la Argentina.
Zysman destacó el valor de la Guía Federal de Convivencia Democrática elaborada por el Consejo Federal de Educación, del que también forma parte Córdoba, para saber cómo hacer frente a los casos de violencia en las escuelas.
Esta guía es parte es parte de la reglamentación de la ley 26.892 -conocida como «ley anti bullying»- fue presentada en el Ministerio de Educación de la Nación y contempla el trabajo en escuelas de nivel inicial, primario y secundario, tanto de gestión estatal como privada, y temáticas referidas tanto a la niñez como a la adolescencia.
«El bullying es una de las formas de la violencia escolar y era necesario un guía para saber qué hacer y quién nos avala en nuestra acción», dijo la especialista.
«Las leyes a nivel simbólico colaboran, pero después hay que poder bajarlas al aula», agregó.
«El docente tiene que prevenir y frente a un hecho de violencia se tiene que involucrar», dijo Zysman.
Asimismo señaló: «La pasividad docente es siempre la peor respuesta».
La especialista reforzó esta idea e insistió: «El silencio docente es el peor mensaje para un chico».
«Porque el chico espera que el adulto reaccione», agregó.
«La guía será un protocolo para tener un punto de referencia», para actuar frente a estas situaciones.
«Cuando ve que el adulto no sabe qué hacer, el chico se desespera», indicó,
«Prevención, detección y abordaje son las tres etapas que el docente debe poder atender», agregó.
También explicó la necesidad de no estigmatizar a los chicos tanto a la víctima como al victimario.
Asimismo advirtió sobre los síntomas que se deben atender en los niños con bullying. «Son chicos que salen últimos al recreo, que evitan zonas como el baño o el pasillo. No miran a los ojos por temor a que los adultos adviertan que están siendo víctima de acoso», indicó.
También cambian sus hábitos de sueño, alimentación y rendimiento escolar.
En la Ciudad: Señalan el peligro del «silencio docente» frente al bullying
La licenciada en psicopedagogía, María Zysman lidera la ONG «Libre de Bullying» llamó a involucrarse a los adultos, docentes o no, frente a la violencia escolar y el acoso que sufren cientos o miles de niños en la Argentina.
Zysman destacó el valor de la Guía Federal de Convivencia Democrática elaborada por el Consejo Federal de Educación, del que también forma parte Córdoba, para saber cómo hacer frente a los casos de violencia en las escuelas.
Esta guía es parte es parte de la reglamentación de la ley 26.892 -conocida como «ley anti bullying»- fue presentada en el Ministerio de Educación de la Nación y contempla el trabajo en escuelas de nivel inicial, primario y secundario, tanto de gestión estatal como privada, y temáticas referidas tanto a la niñez como a la adolescencia.
«El bullying es una de las formas de la violencia escolar y era necesario un guía para saber qué hacer y quién nos avala en nuestra acción», dijo la especialista.
«Las leyes a nivel simbólico colaboran, pero después hay que poder bajarlas al aula», agregó.
«El docente tiene que prevenir y frente a un hecho de violencia se tiene que involucrar», dijo Zysman.
Asimismo señaló: «La pasividad docente es siempre la peor respuesta».
La especialista reforzó esta idea e insistió: «El silencio docente es el peor mensaje para un chico».
«Porque el chico espera que el adulto reaccione», agregó.
«La guía será un protocolo para tener un punto de referencia», para actuar frente a estas situaciones.
«Cuando ve que el adulto no sabe qué hacer, el chico se desespera», indicó,
«Prevención, detección y abordaje son las tres etapas que el docente debe poder atender», agregó.
También explicó la necesidad de no estigmatizar a los chicos tanto a la víctima como al victimario.
Asimismo advirtió sobre los síntomas que se deben atender en los niños con bullying. «Son chicos que salen últimos al recreo, que evitan zonas como el baño o el pasillo. No miran a los ojos por temor a que los adultos adviertan que están siendo víctima de acoso», indicó.
También cambian sus hábitos de sueño, alimentación y rendimiento escolar.