Centros de Jubilados en nuestra comuna. Un aporte a la tercera edad

De nuestra redacción.-La sociedad moderna no tiene mucho tiempo para dedicar a los ancianos. Esta circunstancia, lejos de constituirse en hecho aislado, ejemplifica sobre lo que ocurre en todos los lugares del mundo.

El aislamiento y la soledad en la edad provecta -y aún antes en aquellos países que evolucionan más rápidamente- son moneda corriente que se agravan si el afectado padece de algún tipo de dolencia.

Las estadísticas realizadas en distintas sociedades del orbe manifiestan que generalmente a partir de los 65 años comienzan a advertirse claramente los signos de la segregación y el aumento del número de personas solas que antiguamente trepaba al 15% y ahora se establece, en promedio, entre el 50 y 60%.

Las mujeres parecen ser más afectadas por el síndrome de la soledad, mientras que las enfermas lo sufren más que las sanas y a partir de los 75 años se declaran en “default”social y sentimental. Las viudas sufren más que las que nunca pasaron por el Registro Civil, tal vez porque aquellas estuvieron unidas en matrimonio durante gran parte de su vida y de pronto se encuentran inermes frente a la etapa mas crítica de su existencia.

Varios son los factores que atentan contra los sobrevivientes, precisamente cuando la ciencia ha logrado mejorar los estándares de la calidad de vida, pero lo cierto es que la soledad, el aislamiento y su nulo peso en la vida activa de los paises (es decir, con su actividad no generan ya utilidades razonables) conspiran contra quienes han pasado raudamente el ligero pasadizo que comunica la mediana edad con la vejez. Hace muchos años, la escritora francesa Simone de Beauvoir, autora de la novela “Una muerte muy dulce”, que recorría los últimos años de relación con su madre, expresó crudamente que “los viejos en Francia están condenados a la miseria, a la soledad, a la invalidez y a la desesperación”.

Pero no todo es desesperación: Los tiempos han cambiado, y con ellos la forma de vida. Como una forma de lucha por la supervivencia los integrantes de la tercera edad  se refugian en sus pares y referentes y los Centros de jubilados se han convertido, al igual que las instituciones oficiales en verdaderos centros de reunión donde prima la alegría de seres contenidos y sociales que se autoabastecen y participan activamente de la vida recibiendo el merecido premio de disfrutar. ¡Un aplauso para ellos!

Como se ve, no todo tiempo pasado fue mejor

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