Las obras inconclusas enclavadas en zonas urbanas, representan por un lado un claro riesgo a la seguridad e integridad física de quienes deben transitar o habitar vecinos a las mismas. Por otro lado, funcionan como techos precarios para quienes se encuentran viviendo situaciones de emergencia habitacional, exponiéndose -de este modo- a situaciones de riesgo. Ambas circunstancias se reproducen además en un detrimento del valor patrimonial de la zona urbana afectada.
Las familias que acceden a estos inmuebles, a modo de vivienda, se someten a situaciones de hacinamiento y precariedad habitacional al punto de poner en alto riesgo sus vidas, pues tanto el acceso a los servicios como a medidas de seguridad, protección edilicia o mantenimiento de las estructuras, resultan de una imposibilidad manifiesta, dada las características de los inmuebles ocupados como la carencia generalizada de recursos de quienes los habitan.