Padre Pedro, Una obra que se las trae…

Informe de nuestra redacción:

PADRE PEDRO

 Jorge Fernández Román (El amor es un bien)

Ricardo Torre (Angá Rodolfo)

Funciones: domingos de octubre 20:30

Espacio NoAvestruz, Humboldt 1857. CABA.

Duración: 55 minutos

Localidades: 250 pesos

Ficha técnica:

Elenco: Jorge Fernández Román y Ricardo Torre

Dramaturgia: José Ignacio Serralunga

Iluminación: Ricardo Sica

Escenografía: Javier Parada

Vestuario: Patricia Ramírez Barahona

Diseño gráfico: Valentina Marvaldi y Verónica Martorelli

Música: Lukas Bustamante

Asistencia de dirección: Antonella Estrañy

Dirección: Matías Gómez

Producción ejecutiva: Mariana Zarnicki

Prensa: Kazeta Prensa

Dante es un joven de pueblo, sencillo y religioso que, según confiesa, golpea brutalmente a su mujer, Ángeles. Ambos son la única familia del Padre Pedro, quien fue desterrado de una ciudad vecina y es visto con recelo por el resto de la comunidad. De inmediato se percibe la relación de poder que se establece entre el “saber” y la “ignorancia”, entre el seguro y educado hombre de fe y el ayudante bruto y torpe de algún pueblo perdido del interior. La “confesión” hace las veces de herramienta terapéutica para Dante y, al mismo tiempo, se convierte en un vicio que genera empatía y sonrisas en la platea. Esto funciona como mecanismo que desencadena una creciente tensión, alternando alivio y enojo, a través del desparpajo de un hombre que pareciera ya no tener nada que perder.

El vínculo entre ambos personajes late una violencia contenida que va desplegándose desde lo verbal, lo físico y, por supuesto, lo ético. Violencia en varios sentidos, como flechas que apuntan hacia el otro y hacia uno mismo. La de los hombres en una sociedad muy desigual y la de la institución, más solapada, más naturalizada. El texto, diáfano y contundente, sugiere preguntas que aunque de antaño, no muchos están dispuestos a hacerse, y mucho menos a responder. Es lícito pensar que la obra nos lleva a cuestionar preceptos y mandatos que encarnan una verdad religiosa aunque del otro lado de la balanza no se encuentren la justicia y la belleza, sino la brutalidad y el horror que muchas veces anidan en la ignorancia. Poco a poco van encendiéndose los tabúes, la represión, la hipocresía que se ampara en las vidas de apariencia cándida. ¿Cuál es la lucha en el marco de este ring? ¿Son tan claras las fronteras entre el bien y el mal? ¿Son ambos dos valores absolutos, inmutables, imperecederos?

Padre Pedro es una obra sin respuestas, donde el público pareciese ser el jurado de esa contienda entre dos hombres, entre dos mundos, entre mil mundos. Con un final desconcertante e inquietante, cuestiona los valores absolutos de la modernidad.

La obra obtuvo Mención Especial en el Concurso Nacional de Obras de Teatro en el marco del 50 aniversario del Fondo Nacional de las Artes, con un jurado integrado por Mauricio Kartún, Graciela Araujo y Jorge Rivera López. El texto tuvo su origen en un seminario dictado por Kartún, Ariel Barchilón y Lautaro Vilo. Está publicada en celcit.org.ar y fue presentada en Madrid, Puerto Rico, Santiago de Chile, Venezuela, y en varias ciudades de nuestro país.

Dijo la crítica a menos de una semana del estreno:

«En una especie de danza bizarra y turbulenta: estos dos personajes cristalizan la intimidad de un grupo conformado por el cura, Dante y su esposa. La crítica al accionar de la Iglesia, el oscurantismo, las represiones y las relaciones enfermizas generan un relato que avanza velozmente. Al principio de la obra el camino es con risas, para luego decantar en una constricción de la que se hace casi imposible escapar como espectador».

«Dirigida por Matias Gomez e interpretada con gran solvencia por Jorge Fernandez Roman y Ricardo TorrePadre Pedro transita situaciones propias de nuestra época y a la vez antiguas como la humanidad…  Es lícito pensar que la obra nos lleva a cuestionar preceptos y mandatos que encarnan una verdad religiosa aunque del otro lado de la balanza no se encuentren la justicia y la belleza, sino la brutalidad y el horror que muchas veces anidan en la ignorancia».

«Magníficas interpretaciones de JORGE FERNÁNDEZ ROMÁN y RICARDO TORRE, que logran generar los cambiantes climas logrados a la necesidad de la dramaturgia, sin exageraciones y adecuándose a la perfección al pequeño espacio en el que se desenvuelven. Mucho de ello para tal logro se debe a la impecable dirección de MATÍAS GÓMEZ que interpretó cabalmente el texto de JOSÉ SERRALUNGA yendo a lo profundo de los complicados personajes no quedándose en lo superficial de sus conflictos»

La pieza teatral tiene la virtud de denunciar ciertas complicidades, ciertas formas toleradas del orden social desigual y violento en el que vive inmersa la humanidad. A pesar de que por momentos, incluso desde un lugar femenino, se pueda empatizar con alguno de los dos personajes (la inocencia de Dante o la figura protectora de Pedro) no deja de hacerse presente la lógica perturbadora de la “animalidad”. Dante no es más “animal” que Pedro. Los dos apelan a un carácter “instintivo” proveniente de una masculinidad irreflexiva para sostener o justificar sus acciones. Ambos intercambian sus roles y posiciones. Pueden ser confesor y confesado, agresor o agredido, quien perdona o quien es perdonado. Lo que tienen en común es que ellos son quienes administran y deciden el destino de las mujeres, de sus mujeres, de su propiedad.

Con momentos de humor muy claves para respirar un poco, y una atmósfera densa, la obra transcurre con notable fluidez. También se juegan en escena otras cuestiones como la sexualidad y el deseo (aunque jamás esté expuesto lo femenino), la represión, el celibato y la monogamia.

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