De nuestra redacciòn-
Cuenta la historia que a Ringo Bonavena le hubiera gustado dedicarse a otros deportes tal como lo hiciera su hermano Vicente, que era futbolista.
Él también lo intentó: empezó jugando al fútbol en las categorías inferiores de San Lorenzo de Almagro pero no prosperó porque tenía los pies planos, era demasiado grande, pesado y de carácter rebelde. Se pasaba el día peleando con sus rivales, con sus compañeros y hasta con los entrenadores, así que lo expulsaron del equipo y le aconsejaron que canalizase esta agresividad a través de otro deporte tal vez más adecuado para ello: el boxeo. Además, la plenitud de sus pies no le permitían desplazamientos a velocidad y en extensión, tenía que ser algo de corto andar, y el boxeo era justamente así. De esta forma, ingresó a practicar Boxeo en el Club Atlético Huracán, en 1958.
Pese a haberse convertido en Campeón Sudamericano varias veces poco tiempo después de su debut como boxeador, a Ringo Bonavena se le presentó su primer combate realmente importante en 1963. Fue contra el norteamericano Lee Carr, en la final de los Juegos Panamericanos de Sao Paulo. La pelea fue dura y Bonavena no paró de recibir golpes. Entonces, desesperado, desorientado y como último recurso, le mordió en una tetilla a su contrincante y fue descalificado. Por ese hecho fue sancionado por la Federación Argentina de Boxeo: Recibió dos años de suspensión, o sea que por ese tiempo tenía prohibido boxear en Argentina. Ese fue el motivo determinante por el que Ringo decidió irse a los Estados Unidos: podría seguir peleando libremente y continuar su carrera, ya que allí la sanción no era válida y solo aplicaba en Argentina.
La pelea contra Muhammad Alí se llevó a cabo el 7 de Diciembre de 1970. Alí había regresado al boxeo en octubre de ese año tras superar la suspensión y la quita de su título que se le impuso por negarse a incorporarse al Ejército y sumarse a la guerra de Vietnam. Para Bonavena, en cambio, esa iba a ser la «pelea de su vida» por el prestigio que le daba tener de rival a un boxeador de primer nivel.
La semana previa al combate fue dura para Alí ya que recibió las provocaciones de Bonavena, tal cual como solía hacer él mismo con sus adversarios, a los que solía poner en ridículo con frases degradantes.
Bonavena lo llamó «Gallina» a Alí, tratándolo de miedoso y recordándole su negativa para ir a la guerra de Vietnam. El boxeador norteamericano, lleno de rencor por la falta de respeto, anunció que le ganaría por nock out en el noveno round.
Con su rudimentario boxeo, un indomable espíritu y un enorme corazón, Ringo, el inolvidable apodo del peso pesado porteño, logró colocar al borde del nocaut a Alí ante el estupor de las 20.000 almas que poblaron y transformaron en un caldera al máximo escenario neoyorquino en esa noche de lunes.
Al comenzar ese noveno asalto Alí salió del rincón con la guardia armada y la izquierda en punta, y como un rayo surgió un derechazo que impactó en el rostro de Bonavena. «Ringo» se refugió sobre el encordado, Alí fue en su búsqueda con la intención de rematarlo y concretar su vaticinio, pero de repente recibió dos potentes impactos que lo dejaron atónito.
Los cambios de golpes entonces se sucedieron y quien culminó el round conmovido fue Alí, a punto tal que en su rincón debieron apelar a las sales para volverlo a la realidad.
En los rounds siguientes la jerarquía de Alí hizo el resto ante un Bonavena que continuó intentando un golpe de nocaut que nunca llegó, por sus carencias técnicas y porque su agotado cuerpo le impidió tener la continuidad necesaria para concretar la hazaña.
Precisamente ese irrefrenable deseo de alcanzar la gloria lo llevó a Bonavena a desoír las órdenes de su rincón y salió a combatir a «cara o cruz» en el último asalto, y en esa especie de ruleta rusa recibió un golpe de zurda que lo envió a la lona.
En ese instante Alí decidió rematar a Ringo, quien no se entregó y se reincorporó, pero el ‘Gigante’ negro estaba a su lado para castigarlo ante la pasividad del árbitro, que no lo obligó a esperar la cuenta de protección en un rincón neutral. Tras la tercera caída de Bonavena se concretó el nocaut técnico.
Así le ganó Alí a Bonavena, con mucho esfuerzo y sufriendo. Los años pasaron y el gran campeón nunca olvidó al muchacho nacido en Parque de los Patricios recordando su fortaleza y guapeza cada vez que fue requerido una opinión de ese combate.
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