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Las altas temperaturas que se avecinan recuerdan el riesgo que acarrea el bronceado extremo y el hecho de no tomar recaudos a la hora de someterse a la acción de los poderosos rayos ultravioletas (UV). Es que la excesiva exposición solar y sin protección, son las principales causas del incremento en todo el mundo de los casos de melanoma maligno, el cáncer de piel más letal.
El crecimiento del melanoma tiene que ver con varias cuestiones. “En principio, todo cáncer implica una alteración genética, donde juegan un papel principal los factores externos que promueven las mutaciones. Uno de esos factores es la exposición indiscriminada a las radiaciones ultravioletas. Las modas llevaron a que la gente se exponga mucho más al sol. Desde los años `60 tienen que ser delgadas, esculturales y sumamente tostadas. Por lo tanto, hubo un aumento de la exposición a un agente carcinógeno. Sumado a eso, hay una mayor permeabilidad a las radiaciones ultravioletas debido a defectos atmosféricos causados por la contaminación ambiental”, explican los expertos.
Además, hay una mayor incidencia de cáncer en general porque la gente vive más y, por lo tanto, se cuenta con más tiempo para que se produzcan mutaciones genéticas. “A principios del siglo XX, la expectativa de vida rondaba los 45 años y hoy está por sobre los 75. El melanoma, es el tumor que más ha aumentado porcentualmente en los últimos 50 años, con más de un 600 % de incremento”, remarcan los médicos.
Melanoma
El melanoma es la forma más grave de cáncer de piel y su incidencia está aumentando a una tasa mayor que cualquier otro tipo de cáncer (con excepción del de pulmón en la mujer). Se estima que cada año lo desarrollan unas 200.000 personas en el mundo, y de ellas 44 mil desarrollan metástasis, es decir que sus células tumorales se expanden a otros órganos del cuerpo. Si bien sólo el 5% de los cánceres dermatológicos son melanomas, lo cierto es que éstos representan el 90% de todas las muertes por cáncer de piel en el mundo.
Si se lo detecta con tiempo, suele ser una enfermedad curable, que se extirpa por medio de una cirugía. Pero si se lo diagnostica una vez que ya se extendió a otras partes del organismo (hígado, pulmones, huesos y cerebro), el pronóstico para los pacientes no es bueno: menos del 10% de quienes desarrollan melanoma metastásico sigue vivo cinco años después del diagnóstico.
Prevención
Según especialistas en dermatología, los principales factores de riesgo personal de desarrollar melanoma son: Tener piel blanca, sobre todo aquellas personas que nunca se broncean y siempre se enrojecen; la presencia de muchos lunares, de diferentes tamaños y distintos colores; haber tenido quemaduras solares en la infancia, pubertad o adolescencia; la exposición a camas solares y algunas enfermedades genéticamente determinadas.También corren mayor riesgo las personas con cabellos rubios o rojizos y ojos claros, la exposición solar intensa de tipo intermitente, y tener antecedentes familiares o personales de melanoma.
A la hora de pensar en medidas de prevención, los expertos insisten en la necesidad de cuidarse de la sobreexposición solar desde la primera infancia, y durante toda la vida. Esto no quiere decir no tomar sol nunca, sino evitar las quemaduras solares, y la exposición al sol en primavera y verano durante las horas del día en que la radiación es más intensa (cuando la sombra es más corta que la altura). Además, se aconseja cubrirse con ropas adecuadas, sombrero de ala y anteojos con filtro UV cuando no se puede evitar la exposición en horas de alta irradiación solar.
Cama solar
Jamás hay que utilizar camas solares ni otros dispositivos de radiación ultravioleta. Diversos estudios recientes asocian a los usuarios de las mal llamadas “camas solares” -ya que son camillas de radiaciones-, con el aumento en la incidencia de melanomas cutáneos. Además, elevan la incidencia de otras formas de cáncer de piel (el carcinoma espinocelular y el carcinoma basocelular), aceleran el envejecimiento prematuro de la piel, producen resecamiento y una atrofia (afinamiento) progresiva de la piel, facilitan la aparición de ciertas infecciones e inducen o agravan enfermedades sensibles al sol como el herpes viral.