LR.-Juan Carr comanda, desde hace muchos años, a un grupo de voluntarios que se ya se aproximan al centenar y cuyo objetivo primordial es ofrecer solidaridad sin pedir nada a cambio. En efecto, todo nació cuando Carr y otros amigos venían ocupándose en forma sistemática de llevar ayuda a diversas instituciones benéficas del país.
Los fines de semana sin desatender sus tareas habituales ,se fijaban pequeños programas: ayudar a los chicos de la calle, asistir a las colonias y leprosarios (especialmente el de General Rodríguez) y atender las necesidades básicas de gentes sin trabajo y sin destino.
Como queda dicho, Carr, con la ayuda de sus amigos de siempre, adquirió una computadora y solicitó una línea telefónica. Una de las voluntarias lo explica asi: “Con Juan entendimos que nuestro trabajo era bueno y gratificante, pero más lo sería si se reunían eficiencia y mayor capacidad para ¿resolver los problemas. La red informática solidaria, que es gratuita, resultó ser la herramienta válida para poner en pie el proyecto”.
* UN NUMERO ‘ El teléfono abierto por dicha red a las inquietudes de la población fue el 4796 5828, desde dónde se comenzó a ofrecer asesoramiento para la solución de los problemas que planteaban los consultantes.
La red es nacional. “Nuestro funcionamiento, a manera de un nexo entre los necesitados de ayuda rápida y quienes puedan ofrecerla, no se limita a contestar preguntas. Más de una vez hay que movilizar a instituciones de diversa índole para encontrar la solución que requiere la población. Desde los que solicitan información con relación al pago del aguinaldo a jubilados y pensionados hasta los que requieren de una droga oncólogica, no son pocos los que requieren de nuestra humilde colaboración. En este lapso creo que hemos actuado con eficiencia. A1 menos, fuerza de voluntad y sentido del deber no faltaron.”
* ACTUALMENTE Mujeres golpeadas, hogares destruídos por diversos motivos y chicos abandonados encabezan la estadística de la red informática solidaria. La inmensa cantidad de voluntarios lo hace posible a diario, lo que comenzó desde la modestia de un aparato telefónico que comunica con un cada vez más cercano “mundo ancho y ajeno» y que crece geométricamente gracias a la solidaridad de los habitantes.
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